lunes, noviembre 19, 2007

Libros Pop-Up, 3ra. parte.

Este artículo es una traducción de un texto de pedagogia del site www.livresanimes.com, por cierto que recibí un e-mail de Thierry Desnoues desde Paris agradeciendo el artículo y traducción que hice del francés al español sobre el texto de Jacques Desse. Me preguntó sobre libros móviles en México y sólo conozco la colección de CIDCLI , donde destaca el trabajo del ilustrador mexicano Felipe Davalos. Si alguien conoce algún proyecto mexicano de libros Pop-Up pueden escribirle a Monsieur Desnoues para que lo comente en su site especializado de libros móviles.
Este es un texto muy interesante ya que hace una análisis pedagógico de los libros móviles, la relación que establecen con el lector, la complicidad que suscitan con él, la gramática visual que utilizan, su función social y su gran arraigo entre los jovenes lectores.

Del interés en el libro animado.
Guylain Desnoues


Al considerar la especificidad del libro animado, se constata rápidamente que presenta una determinada dimensión pedagógica. Por varios aspectos, parece muy adecuado para seducir a jóvenes lectores.

Un libro lúdico

El libro animado aparece sobre todo como un objeto lúdico.
Libro a sistemas, se conciben para ser manipulados. Adopta las formas las más variadas y más inesperadas (3D, libro-objeto, forma/formato curioso) y desvía los tipos de obras habituales, del álbum ilustrado al documental (véase selección 1). A menudo sus animaciones producen efectos cómicos (acumulación, caída, choque de frente...).
Funciona de esta manera sobre un principio de sorpresa.

En efecto, el libro animado soporta menos que otro la otra impresión de un déjà-vu y la repetición. El lector/espectador busca sin cesar la innovación, el plegado inédito o la idea original que hace la singularidad y el valor de un descubrimiento.

Dentro de un mismo libro, la sorpresa a menudo es dada con ritmo por una concepción en doble-página. Este principio de compaginación aparece como una de las principales características de los libros animados - es su unidad de lectura más inmediata, la más natural.

La variedad de los efectos garantizan la sorpresa del lector, éste se encuentra colocado en una posición de espera especialmente propicia a la imaginación. La sucesión de las dobles-páginas autoriza todos los tipos de secuencia, desfase o ruptura que crean una dinámica consustancial al libro animado. Y allí donde el autor debe sorprender, el lector puede divertirse a anticipar.

La creatividad al honor

Los libros animados impactan y seducen por su creatividad ejemplar. Sobre este tema todo está permitido, puesto que la palabra clave es sorprender.
Si el formato es el medio más evidente, el problema se plantea al creador a cada doble-página, puesto que debe evitar reproducirse dos veces el mismo método a riesgo de romper el contrato de lectura.
Materialmente, el libro animado plantea problemas técnicos y financieros específicos (plegados, encolados precisos realizados manualmente) que los ingenieros papeles y editores se dedican a solucionar.
Más allá de la imaginación habitual, los autores deben pues movilizar toda una gramática de la animación (resbalón, despliegue, tirada... véase. Técnicas) para integrarla lo más juiciosamente posible a su relato y a sus situaciones. En efecto, en el mismo concepto que la imagen, la animación añade una dimensión al relato y multiplica las pistas de lectura.

El interés pedagógico

La animación hace a menudo surgir una nueva imagen previamente contenida en una primera imagen.  Las articulaciones así sugeridas, a veces complejas, pueden acercarse de numerosos estímulos de nuestro universo cotidiano, dominado por la comunicación visual: publicidad (la sorpresa, el humor), cine (el montaje, el encuadre), multimedia (su naturaleza interactiva)...
En este sentido, el libro animado resulta un apoyo privilegiado para el análisis de las imágenes.

Forma lúdica, dinámica, creativa y compleja, el libro animado presenta pues intereses pedagógicos evidentes. Coloca al lector en una posición activa, no sólo suscitando manipulaciones, sino también estimulando su imaginación.

Así pues, desde hace algunos años, grandes colecciones de documentales destinadas al los más jóvenes (Mis primeros descubrimientos, Kididoc) integran los sistemas de libro animado.

Tengamos en cuenta finalmente que el libro animado tiene una dimensión social evidente. Si su interés se esfuma una vez que las animaciones son descubiertas y las primeras sorpresas pasan, se duplica rápidamente el deseo  de hacerlo descubrir a un tercero. ¡En su dimensión espectacular, es también un libro que debe compartirse!

Guylain Desnoues



 

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